Mt 11:28-30. "Venite ad me". "Venid a mí".

Mucho estuve confundido

dando vueltas en la vida,

tratando de hallar sentido

a lo que no lo tenía.

Demasiadas injusticias

que nunca he comprendido

y sólo el dolor veía,

quise encerrarme en mí mismo.

Ahora sé que fue egoísmo,

no era como yo quería,

no aceptaba el sacrificio,

no ganaba la partida.

Un día escuché a Munilla:

"¿Para qué crees que existimos?

Para amar, evangeliza".

Qué suerte que haya este obispo.

Ya no miraba mi ombligo,

mis reglas ya no servían,

ya no soy el principito

que hacía lo que quería.

Recuperé mi bautismo,

a Jesús he recurrido,

"Venid a mí", Él me ha dicho,

hallé lo que había perdido.

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